«Las economías crecen cuando el número de mujeres ocupadas aumenta». Esto es lo que relata ONU Mujeres a raíz de un estudio sobre los beneficios del empoderamiento económico. Datos empíricos procedentes de diversos países muestran que el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo resulta en una mejor situación económica para ese territorio (país, ciudad, localidad, etc.). Y ahora toca preguntarse, si los beneficios son tales, ¿por qué el talento femenino continúa siendo obstaculizado?
Por un lado, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo sigue siendo desigual con respecto a la de los hombres. En 2013, la relación entre hombres con empleo y población se ubicó en un 72,2 por ciento, mientras que esa relación entre las mujeres fue del 47,1 por ciento. Unas cifras que nos recuerdan que, en todo el mundo, «las mujeres ganan menos que los hombres».
La conciliación familiar, junto a la doble jornada laboral, hace que las mujeres tengan menos posibilidades de promocionarse en sus puestos de trabajo. Asumiendo el rol de cuidadoras, se dedican a sectores poco valorados socialmente o a tareas domésticas no remuneradas (pero, eso sí, igual de esenciales desde el punto de vista capitalista). Dicho con palabras de ONU Mujeres, en la mayoría de los países, las féminas ganan sólo entre el 60 y el 75 por ciento del salario de los hombres. A la larga, esta situación tiene un problema conocido como ‘dependencia económica’.
Pero esto no acaba aquí. Las desigualdades de género continúan en el campo de los usos del tiempo. Y es que la doble jornada que realizan las mujeres (tanto laboral como familiar) les quita tiempo para el ocio, la educación, el crecimiento personal. ¿Sabíais que, según Harvard Business Review, las mujeres no ocupan ni el 20% de las aulas de los programas ejecutivos? Una realidad que, desde Aula Magna Business School, estamos revirtiendo gracias a formaciones flexibles, multimodales, actualizadas y ágiles en contenido.
El empoderamiento económico de la mujer: un progreso social
Se estima que las compañías donde tres o más mujeres ejercen funciones ejecutivas superiores registran un desempeño más alto en todos los aspectos de la eficacia organizacional. Y añado, el empoderamiento económico de la mujer es un buen negocio para las empresas, pues en su valía e inclusión laboral está el progreso de la economía social.
Datos empíricos procedentes de diversos países muestran que incrementar la proporción de los ingresos del hogar controlados por las mujeres, también modifica los patrones de gasto en formas que benefician a hijas e hijos. Asimismo, por cada año adicional de formación para las mujeres en edad reproductiva, la mortalidad infantil se reduce en un 9,5 por ciento.
Pero si los argumentos en positivo no son suficientes para defender el empoderamiento económico femenino, basta con leer las desventajas que supone la dependencia económica para las mujeres. Cuentan en ONU Mujeres que «las mujeres, las niñas y niños tienen más probabilidades de morir que los hombres en un desastre natural, especialmente cuando estos grupos vulnerables sufren de una situación económica inferior a la de sus compañeros varones».
¿Y ahora, qué más hace falta para abrirle las puertas al talento sin tener en cuenta su género?
Ilustración de portada: David Blay.
E. Gakidou, et al., 2010, ‘Increased Educational Attainment and its Effect on Child Mortality in 175 Countries between 1970 and 2009: A Systematic Analysis’, The Lancet, 376(9745), p. 969.