Poca gente se sorprende al saber que solo 1 de cada 4 personas con capacidad de decisión en el poder es mujer en España. Las grandes esferas (gobiernos, multinacionales y medios de comunicación) están controladas por hombres y se retroalimentan de un ambiente masculinizado. Según datos extraídos del nuevo estudio de ClosinGap, elaborado por Kreab, la representación de mujeres en puestos de liderazgo no alcanzaría el 26% y la brecha de género se extendería hasta el 14,2%.

La presencia de voces femeninas en altos cargos es tanto un derecho como un deber. Además, nos sobran razones para afirmar esto. Por un lado, la paridad de género es un derecho democrático en un país que lucha, día a día, por la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres. Por otro lado, son muchas las mujeres que han demostrado, sobradamente, su valía a la hora de manejar una situación de crisis o liderar un negocio en un momento económico crítico: Ursula von der Leyen, Angela Merkel, Theresa May, etc. Ya se lo preguntó la politóloga Elisabeth Prügl en uno de sus tantos estudios: «Si Lehman Brothers hubiese sido Lehman Sisters, ¿cómo se hubiese solventado la crisis financiera?».

Volviendo al estudio mencionado anteriormente, existe una razón de peso para contar con la presencia femenina en los puestos de poder: la riqueza del país. Si España aumentara el número de mujeres líderes en distintos sectores, al menos hasta alcanzar el umbral legal de la paridad (40%), el PIB crecería hasta un 18,6% (64.000 millones de euros) respecto a la situación actual. La pregunta es: ¿por qué?

El valor de los atributos femeninos

Este informe resuelve todo atisbo de dudas al explicar las razones por las que un liderazgo diverso, en manos tanto de hombres como de mujeres, sería un generador de riqueza. Más concretamente, el estudio pone el foco en los atributos femeninos, señalando qué estos serían positivos para un funcionamiento más sano, estable y seguro de nuestro sistema. Las consecuencias serían las siguientes:

1. Mejor control de la corrupción.
2. Eficacia del gobierno a largo plazo.
3. Calidad del poder judicial. Y, por ende, resolución efectiva de problemas.
4. Más libertad de expresión.
5. Eficacia regulatoria.

Más allá de los resultados esperanzadores de este estudio, a España le queda un largo camino por recorrer en materia de género. El sector político sigue siendo el más masculinizado, con una brecha de género del 18% y una representación femenina del 22%. En las grandes empresas tampoco somos un ejemplo. La media europea es de un 27,3% y la española del 26,4%. ¿Sabéis qué país lidera esta tabla? Efectivamente, Islandia, con una representación femenina en puestos de poder en multinacionales del 45,9%. La situación más favorable la tienen los medios de comunicación, donde las féminas han ido ganando terreno, logrando ser el 29%.

Y si has llegado hasta aquí, aprovechamos para recomendarte un libro que, en la línea de lo escrito, nos recuerda la importancia del poder en mano femeninas: ‘Mujeres y Poder – Mary Beard’. Una de sus citas dice: «Si no se percibe que las mujeres están dentro de las estructuras del poder, ¿no sería necesario redefinir lo que hasta ahora se ha entendido como ‘el poder’?».

Fuente de la información: https://www.equiposytalento.com/noticias/2022/02/22/solo-1-de-cada-4-personas-con-capacidad-de-decision-en-el-poder-es-mujer-en-espana